martes, 15 de abril de 2008

REINSERCIÓN DE GUERRILLEROS. ¿ENTRANDO EN LA CASA DEL ENEMIGO?

POR FLORENTINO MORENO MARTÍN

Florentino Moreno Martín. Profesor de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid Colaborador de IEPALA. En su articulo “Reinserción de guerrilleros. ¿Entrando en la casa del enemigo?” para el foro “Problemas y alternativas para la paz en Colombia” (año 1993), el autor reflexiona sobre algunos de los procesos psicológicos implicados en la reinserción de los guerrilleros a la vida civil. Para esto se vale de investigaciones de casos de desmovilizados colombianos (especialmente niños), de teorías de psicólogos reconocidos y de descubrimientos sobre el tema hechos en países en condiciones de guerra similares a las que vive Colombia actualmente. Su intención es la de obtener una nueva perspectiva del tema del desplazamiento, examinando conductas e historia a la vez, que sirva de herramienta para alcanzar la paz en el país.

Cuando una persona abandona la guerra, el quedarse sin enemigos afecta drásticamente su mente e identidad. Dado que la guerra es un estilo de vida, cada elemento de esta se vuelve una parte de la identidad de las personas que la viven. Cuando los hombres armados se reintegran a la sociedad, uno de los factores que crean mayor confusión en ellos es la ausencia de rivales. Esto, según la segunda teoría de los impulsos de Freud, se debe a que es parte de la naturaleza humana identificar un grupo humano adversario. En la guerra, esta rivalidad es mucho más evidente e importante. Esto causa que la perdida de enemigos para los excombatientes los afecte drásticamente. Aunque también existe otra teoría de que la rivalidad no es necesariamente un impulso, sino que puede ser aprendida, es seguro que la perdida de adversarios afecta negativamente a las persona.

Una de los descubrimientos hechos en los actores del conflicto armado es que la necesidad de adversarios es independiente de la edad. Esto se ha comprobado en un gran número de países que han tenido guerras o conflictos internos. En estos países, hasta un 80% de los niños son capaces de identificar enemigos y sentir un alto grado de rechazo por ellos. No obstante, esta conducta también ha sido observada en los habitantes de muchos de los países pacíficos y desarrollados del mundo. Sin embargo, en estos lugares en los que los conflictos son mas que todo de carácter político o económico la intensidad de la rivalidad no esta tan marcada en la mente de jóvenes y adultos como sucede en los países como Colombia o Nicaragua. El hecho es que la guerra y la existencia de enemigos declarados afectan la mente de las personas sin importar su edad, por lo que toda la población es vulnerable a los efectos de la guerra.

Aunque el autor comprobó con su análisis detallado del estilo de vida de los combatientes que la guerra aumenta la rivalidad y altera la identidad de los combatientes, no explica muy bien cuales son las consecuencias que estas dos cosas generan. Por otra parte, tampoco da suficientes datos o descripciones del contexto de la guerra como para presentar una perspectiva psicológica e histórica a la vez. Sin embargo, las conclusiones a las que llego su investigación fueron bien sustentadas con datos o teorías psicológicas reconocidas.

Texto de la pagina web Historia Critica de la Universidad de los Andes. Texto: 6 paginas.

lunes, 31 de marzo de 2008

DESPLAZAMIENTO FORZADO Y RECONSTRUCCIÓN DE IDENTIDADES

Por Martha Nubia Bello

Martha Nubia Bello. Trabajadora social. Autora de diversos libros sobre desplazamiento forzado desde la perspectiva psicosocial. En su libro “Desplazamiento forzado y reconstrucción de identidades” (año 2001) presenta la situación que deben enfrentar los individuos que han sido forzados a abandonar sus poblaciones rurales y desplazarse a los grandes centros urbanos del país. Además muestra los retos psicológicos y emocionales que deben superar para reintegrarse a la sociedad y reconstruir su identidad. Su intención es principalmente hacer entender que estas personas son victimas de atroces violaciones a sus derechos y su integridad y que han sido gravemente afectados en su bienestar psicológico.

Las personas desplazadas enfrentan un gran número de experiencias violentas y de sufrimiento antes de haber llegado a la condición de desterrados. Estas experiencias causan sentimientos de frustración y miedo que destruyen su estabilidad mental. Los homicidios, las humillaciones, los robos, las extorsiones, las amenazas y las invasiones que los guerrilleros o paramilitares hacen en el espacio de las poblaciones rurales, son actos hostiles que causan pánico y sufrimiento en los habitantes. Estos, impotentes ante los actos criminales de estas personas, reprimen su comportamiento y rechazo por miedo a ser el próximo objetivo militar. La tensión psicológica y emocional que esto genera puede influir seriamente en las relaciones, el comportamiento y la tranquilidad de los individuos. Además, estos actos suelen traer perdidas directas a los habitantes de las comunidades. Las perdidas pueden ser tanto humanas, como cuando los grupos militares matan o desaparecen a familiares o amigos, como materiales, cuando arrebatan por medio de las armas las propiedades de las personas. Todos estos eventos, mas el hecho de que los episodios de violencia y crímenes que se dan suelen suceder en los espacios donde antes las personas habitan, ocasionan sentimientos que no pueden ser expresados y duelos mal llevados. Al no poder expresarse o actuar, los individuos entran a un estado emocional en el que es difícil reaccionar a los eventos. Es solo cuando la vida propia o de los familiares esta seriamente amenazada cuando los individuos deciden responder huyendo de sus hogares.

Al llegar a la ciudad, el desplazado se encuentra impactado por la experiencia que acaba de sufrir y por lo diferente que es la ciudad de su vereda o pueblo. Esto añade confusión e incertidumbre a su ya afectado bienestar psicológico. En los centros urbanos las cosas funcionan de manera muy distinta a como funcionaban en las poblaciones urbanas de las que procede el desplazado. Dichas diferencias van desde la forma de relacionarse con los vecinos hasta los oficios que son de utilidad. Los desplazados suelen venir de las conocidas “comunidades tradicionales”, donde cada persona no solo es identificada y reconocida por su trabajo y la capacidad para hacerlo bien, sino que además las relaciones familiares se extienden a casi la totalidad de la población (el vecino es primo, el tendero es cuñado, el socio es el suegro, etc.). Al llegar a las ciudades, se encuentran con una forma de sociedad individualista, desvinculada y con paradigmas distintos a los que había en sus comunidades, lo cual causa que el desplazado no solo tenga que llegar a un lugar donde no conoce a casi nadie, además deberá aprender a relacionarse de maneras distintas. Por otro lado, como todo le es extraño y nadie le conoce ni sabe de su procedencia, es verdaderamente difícil para el desplazado fijarse un papel en la sociedad, pues no sabe que esperar de la sociedad ni que pueden esperar los demás de el. Otro factor es el hecho de que como los oficios y las habilidades necesitados en las ciudades no son los mismos que los que los campesinos tienen, el desplazado frecuentemente se encuentra en el problema de no saber como sostenerse a si mismo o a su familia, y como frecuentemente la mujer es la que mas fácilmente consigue trabajo, los roles de familia suelen invertirse siendo ahora la madre el sustento del hogar y el padre quien hace las labores domesticas. Esto mas el hacinamiento que los desplazados encuentran al ir a vivir a los llamados “círculos de miseria” de las ciudades y el hambre y falta de acceso a los servicios básicos hacen que el desplazado se encuentre en un alto grado de pobreza y falta de recursos, lo cual aumenta su rabia, frustración e incertidumbre respecto a lo que deparara el futuro.

La sensación de desubicación y las pérdidas que han tenido el desplazado y su familia causan, además del ya mencionado malestar psicológico, una alteración de la identidad individual y social. En el campo, dado que las comunidades son tan íntimamente relacionadas y que la habilidad en la producción en la tierra le da un papel definido a cada habitante, cada persona es conciente de sus habilidades, de que esperan lo demás de el y que puede esperar el de los demás. La certeza de cual es el rol de una persona en la sociedad brinda una guía de cómo la persona debe actuar y de cómo se debe identificar. A esto se le llama identidad social. Cuando el desplazado llega a la ciudad, encuentra no solo un mundo desconocido, también ve un mundo que no sabe que esperar de el y que en su ignorancia empieza a hacer diferentes juicios. Ante la perdida de la identidad anterior y la cantidad de acusaciones o afirmaciones que se hacen de el desplazado, este termina por adoptar varias identidades, contradictorias entre si y destinadas para diferentes partes de la sociedad. Así, hay una identidad de victima forzada para el cura o la ONG, hay una identidad de necesitado ante el gobierno, hay una de campesino pobre que vino voluntariamente a la ciudad que es usada ante la mayoría de los vecinos, y un sinfín de versiones que constituyen en su totalidad la nueva identidad del desplazado. De esta forma, para responder a las exigencias de la comunidad, el desplazado se ve obligado a cambiar su biografía. Sin embargo, esto también trae un cambio en su comportamiento.

Las experiencias de violencia dejan rastros en la mente del desplazado que producirán cambios en su comportamiento e identidad. Adicional al cambio en la identidad y en el proyecto de vida que deje la llegada a la ciudad, las emociones y los miedos anteriormente reprimidos también juegan un papel importante en la construcción de nuevas identidades y estilos de vida. Ahora el terror a que alguien se entere de su condición de desplazados les vuelve, en muchas ocasiones, prisioneros en sus casas. Las relaciones que se produzcan carecerán de confianza y muchas veces estarán atadas a las distintas biografías que el desplazado construya alrededor de su nueva identidad. La frustración y rabia que las perdidas o humillaciones dejaron en ellos ahora eclipsaran sus proyectos de vida que, modificados además por el drástico cambio en el estilo de vida, pueden no ir de acuerdo con la realidad o sencillamente dejar de existir. En las familias, el hecho de que hayan tenido que huir y que ahora los padres no puedan cubrir completamente las necesidades de sus hijos hace que estos pierdan el respeto por ellos y que se replanten todos los valores aprendidos anteriormente. La nostalgia que deja el recordar la autonomía que se tenía en el campo, al contrastar con el hacinamiento de los barrios marginados, suele dejar un sentimiento de rechazo a la realidad que puede frenar seriamente el proceso de adaptación a la nueva vida en la ciudad. Todos estos factores son producto de crisis emocionales ignoradas y mientras existan no se podrá hablar de una integración verdadera a la vida en las ciudades.

La autora cumplió su objetivo de mostrar a los desplazados como victimas de abusos y de acciones que violaron su integridad. Hablando paso a paso de cómo las emociones y percepciones del desplazado iban cambiando conforme enfrentaba nuevos retos en el proceso de desmovilización y de integración a las ciudades, hace que se comprenda verdaderamente el sufrimiento de el desplazado y explica el por que de sus acciones. Además, plantea una situación que va mas allá de lo material, haciendo énfasis en resaltar lo frágil que el estado mental del desplazado y de su familia, lo cual resalta lo dramático de su situación y facilita la comprensión del problema que enfrenta el desplazado.

55 paginas

IMPACTOS PSICOSOCIALES DE LA PARTICIPACION DE NIÑOS Y JOVENES EN EL CONFLICTO ARMADO

POR SANDRA RUIZ CEBALLOS
Sandra Ruiz Ceballos, directora de “Fundación Dos Mundos”, ha escrito varios textos sobre el tema del desplazamiento, la desmovilización y el conflicto armado en Colombia. En el articulo “Impactos psicosociales de la participación de niños y jóvenes en el conflicto armado”, Ruíz expone como la guerra para los niños y jóvenes de las poblaciones rurales del país es mas que un fenómeno social que afecta sus poblaciones, pues termina por invadir cada aspecto de su vida personal y familiar. A su vez, nos enseña cuales son las consecuencias que deja la vinculación a estos grupos armados para estos niños y como se debe proceder para producir una desmovilización exitosa. Su intención con esto es mostrar a cada niño y joven afectado por la guerra como una víctima, así haya estado vinculado a un grupo o no, y demostrar que el conflicto armado esta causando graves trastornos psicológicos y afectivos en la infancia del país.

La guerra en el campo termina por volverse una parte significativa de la vida para los jóvenes y niños que la ven desde temprana edad, llegando a invadir incluso sus actividades cotidianas o relaciones familiares. En las poblaciones rurales con alta presencia de grupos guerrilleros y para militares, la influencia que estos tienen en la vida cotidiana de los habitantes de dichos poblados es significativa. Los combatientes, que se imponen como máximas figuras de autoridad ante las familias de campesinos, se pasean frecuentemente haciendo exigencias y causando pánico entre los habitantes. Esto produce que la vida de todas las personas dentro de la comunidad se vea relacionada en alguna forma u otra con el temor y la guerra, incluso en las actividades diarias de rutina. Dentro de las familias, por ejemplo, las relaciones empiezan a ser acompañadas por el temor y el sigilo, las conversaciones terminan por ser fuertemente reguladas por los padres, pues cualquier palabra pronunciada en un hogar que valla en contra de los grupos armados puede significar la muerte de todos los miembros. Esto termina por hacer que la visión de la guerra llegue a los ojos de los niños y jóvenes, los cuales la incorporaran en sus juegos, sus experiencias y sus deseos. Una vez que esto sucede, se genera el los jóvenes fuertes impactos psico-sociales, pues aunque la inmersión de la guerra fue sutil en sus mentes, estos están siendo obligados a experimentar la guerra, incluso cuando se hable de vinculación o participación voluntaria. El solo hecho de que este panorama bélico haya irrumpido en sus vidas sin darles opción alguna hace que los jóvenes se vean obligados en muchas ocasiones a optar por vincularse al camino de las armas.

En esta etapa tan temprana de la vida, la vinculación a los grupos guerrilleros puede llegar a crear conceptos y enseñanzas tan arraigados a la violencia que les impiden ver otras alternativas de vida. Para cuando un joven se ha vinculado a un grupo armado, como vimos antes, ya ha experimentado las consecuencias de la guerra en su vida personal y familiar. Sin embargo, esto no es lo único que el joven había aprendido de su ambiente. En las imponentes figuras de los hombres armados que transformaron su vida y destruyeron su tranquilidad, por contradictorio que parezca, los jóvenes pueden llegar a ver un ídolo o modelo a seguir, pues en ellos ven poder absoluto, respeto y un asombroso control sobre los demás. Esta forma de concebir la guerra se acentúa cuando el joven o niño a decidido vincularse a algún grupo subversivo, y llega a aferrarse tanto a sus metas personales que hace que no vean otra forma de vida. De igual manera, conceptos que parecerían ajenos a la guerra también terminan por ser aprendidos en los grupos guerrilleros desde una perspectiva bélica. Por ejemplo, la perspectiva del sexo y la forma en que debe ser el trato a las mujeres en estos jóvenes tiende a ser la machista y violenta. La guerra les ha enseñado también que las relaciones de pareja son prohibidas y que la lealtad y la amistad deben estar ligadas por la camaradería y la causa de la guerra y no por sentimientos o lazos afectivos. Esta facilidad de aprendizaje y falta de resistencia a estos conceptos y enseñanzas se debe a que los jóvenes no tienen experiencias con las que contrastar, por lo cual su única guía en cualquier aspecto de su vida es el mismo grupo guerrillero, y su única percepción de la vida es la de la guerra.

Esta única perspectiva bélica hace que la desmovilización para estos jóvenes, sea voluntaria o forzada, represente para ellos una total ruptura con su mundo entero y los deja totalmente des ubicados y vulnerables. Cuando un joven desea desertar de un grupo ilegal armado y del mundo de la violencia en general, no esta renunciando solamente a una ocupación, esta abandonando todo su universo. Como el joven se formo en la guerra, como se vio antes, esta constituye casi la totalidad de sus pensamientos, sus experiencias y su vida entera, por lo que renunciar a ella implica iniciar una nueva vida sin ninguna herramienta o idea de lo que se debe hacer. Esta incertidumbre es superior aun cuando el menor es forzado a la deserción, pues en este caso ni siquiera es consiente de lo que le espera, de lo que el cambio significara. En todo caso, abandonar el conflicto armado representa para ellos la necesidad de volver a aprenderlo todo, desde nuevas habilidades hasta el manejo de su autonomía. Es por esto que la reinserción de estas personas necesita, además de un apoyo económico y social, de un fuerte apoyo psico-social en campos como la resignificación de las emociones, la enseñanza a manejar su autonomía y a no esperar ordenes de un grupo, la construcción de una identidad y pertenencia ajena a la guerra, el desarrollo de una ética que lleve a la convivencia, el aprendizaje del auto reconocimiento, la responsabilidad por los actos cometidos y la construcción de nuevas expectativas de vida. Solo así podrán iniciar la formación integral que todo individuo necesita para reconstruir su vida en una comunidad.

La autora cumplió su objetivo de mostrar a los jóvenes involucrados en la guerra como víctimas de esta. Detallando en los procesos emocionales, psicológicos y de aprendizaje por los cuales los niños y jóvenes pasan desde que empieza su exposición a la violencia hasta que se desvinculan de esta, muestra que realmente no tuvieron otra opción que la de participar de una u otra forma en la guerra, pues era el único camino que conocían y no tenían experiencias o una formación que les permitiera contrastar lo que aprendieron en el grupo guerrillero. Además, expone las diferentes dimensiones en las que hay que la guerra ha afectado su mente y personalidad y señala como con un tratamiento psicológico y una formación ideal pueden volverse personas de bien capaces de integrarse a la sociedad.
Capitulo 15 paginas