lunes, 31 de marzo de 2008

DESPLAZAMIENTO FORZADO Y RECONSTRUCCIÓN DE IDENTIDADES

Por Martha Nubia Bello

Martha Nubia Bello. Trabajadora social. Autora de diversos libros sobre desplazamiento forzado desde la perspectiva psicosocial. En su libro “Desplazamiento forzado y reconstrucción de identidades” (año 2001) presenta la situación que deben enfrentar los individuos que han sido forzados a abandonar sus poblaciones rurales y desplazarse a los grandes centros urbanos del país. Además muestra los retos psicológicos y emocionales que deben superar para reintegrarse a la sociedad y reconstruir su identidad. Su intención es principalmente hacer entender que estas personas son victimas de atroces violaciones a sus derechos y su integridad y que han sido gravemente afectados en su bienestar psicológico.

Las personas desplazadas enfrentan un gran número de experiencias violentas y de sufrimiento antes de haber llegado a la condición de desterrados. Estas experiencias causan sentimientos de frustración y miedo que destruyen su estabilidad mental. Los homicidios, las humillaciones, los robos, las extorsiones, las amenazas y las invasiones que los guerrilleros o paramilitares hacen en el espacio de las poblaciones rurales, son actos hostiles que causan pánico y sufrimiento en los habitantes. Estos, impotentes ante los actos criminales de estas personas, reprimen su comportamiento y rechazo por miedo a ser el próximo objetivo militar. La tensión psicológica y emocional que esto genera puede influir seriamente en las relaciones, el comportamiento y la tranquilidad de los individuos. Además, estos actos suelen traer perdidas directas a los habitantes de las comunidades. Las perdidas pueden ser tanto humanas, como cuando los grupos militares matan o desaparecen a familiares o amigos, como materiales, cuando arrebatan por medio de las armas las propiedades de las personas. Todos estos eventos, mas el hecho de que los episodios de violencia y crímenes que se dan suelen suceder en los espacios donde antes las personas habitan, ocasionan sentimientos que no pueden ser expresados y duelos mal llevados. Al no poder expresarse o actuar, los individuos entran a un estado emocional en el que es difícil reaccionar a los eventos. Es solo cuando la vida propia o de los familiares esta seriamente amenazada cuando los individuos deciden responder huyendo de sus hogares.

Al llegar a la ciudad, el desplazado se encuentra impactado por la experiencia que acaba de sufrir y por lo diferente que es la ciudad de su vereda o pueblo. Esto añade confusión e incertidumbre a su ya afectado bienestar psicológico. En los centros urbanos las cosas funcionan de manera muy distinta a como funcionaban en las poblaciones urbanas de las que procede el desplazado. Dichas diferencias van desde la forma de relacionarse con los vecinos hasta los oficios que son de utilidad. Los desplazados suelen venir de las conocidas “comunidades tradicionales”, donde cada persona no solo es identificada y reconocida por su trabajo y la capacidad para hacerlo bien, sino que además las relaciones familiares se extienden a casi la totalidad de la población (el vecino es primo, el tendero es cuñado, el socio es el suegro, etc.). Al llegar a las ciudades, se encuentran con una forma de sociedad individualista, desvinculada y con paradigmas distintos a los que había en sus comunidades, lo cual causa que el desplazado no solo tenga que llegar a un lugar donde no conoce a casi nadie, además deberá aprender a relacionarse de maneras distintas. Por otro lado, como todo le es extraño y nadie le conoce ni sabe de su procedencia, es verdaderamente difícil para el desplazado fijarse un papel en la sociedad, pues no sabe que esperar de la sociedad ni que pueden esperar los demás de el. Otro factor es el hecho de que como los oficios y las habilidades necesitados en las ciudades no son los mismos que los que los campesinos tienen, el desplazado frecuentemente se encuentra en el problema de no saber como sostenerse a si mismo o a su familia, y como frecuentemente la mujer es la que mas fácilmente consigue trabajo, los roles de familia suelen invertirse siendo ahora la madre el sustento del hogar y el padre quien hace las labores domesticas. Esto mas el hacinamiento que los desplazados encuentran al ir a vivir a los llamados “círculos de miseria” de las ciudades y el hambre y falta de acceso a los servicios básicos hacen que el desplazado se encuentre en un alto grado de pobreza y falta de recursos, lo cual aumenta su rabia, frustración e incertidumbre respecto a lo que deparara el futuro.

La sensación de desubicación y las pérdidas que han tenido el desplazado y su familia causan, además del ya mencionado malestar psicológico, una alteración de la identidad individual y social. En el campo, dado que las comunidades son tan íntimamente relacionadas y que la habilidad en la producción en la tierra le da un papel definido a cada habitante, cada persona es conciente de sus habilidades, de que esperan lo demás de el y que puede esperar el de los demás. La certeza de cual es el rol de una persona en la sociedad brinda una guía de cómo la persona debe actuar y de cómo se debe identificar. A esto se le llama identidad social. Cuando el desplazado llega a la ciudad, encuentra no solo un mundo desconocido, también ve un mundo que no sabe que esperar de el y que en su ignorancia empieza a hacer diferentes juicios. Ante la perdida de la identidad anterior y la cantidad de acusaciones o afirmaciones que se hacen de el desplazado, este termina por adoptar varias identidades, contradictorias entre si y destinadas para diferentes partes de la sociedad. Así, hay una identidad de victima forzada para el cura o la ONG, hay una identidad de necesitado ante el gobierno, hay una de campesino pobre que vino voluntariamente a la ciudad que es usada ante la mayoría de los vecinos, y un sinfín de versiones que constituyen en su totalidad la nueva identidad del desplazado. De esta forma, para responder a las exigencias de la comunidad, el desplazado se ve obligado a cambiar su biografía. Sin embargo, esto también trae un cambio en su comportamiento.

Las experiencias de violencia dejan rastros en la mente del desplazado que producirán cambios en su comportamiento e identidad. Adicional al cambio en la identidad y en el proyecto de vida que deje la llegada a la ciudad, las emociones y los miedos anteriormente reprimidos también juegan un papel importante en la construcción de nuevas identidades y estilos de vida. Ahora el terror a que alguien se entere de su condición de desplazados les vuelve, en muchas ocasiones, prisioneros en sus casas. Las relaciones que se produzcan carecerán de confianza y muchas veces estarán atadas a las distintas biografías que el desplazado construya alrededor de su nueva identidad. La frustración y rabia que las perdidas o humillaciones dejaron en ellos ahora eclipsaran sus proyectos de vida que, modificados además por el drástico cambio en el estilo de vida, pueden no ir de acuerdo con la realidad o sencillamente dejar de existir. En las familias, el hecho de que hayan tenido que huir y que ahora los padres no puedan cubrir completamente las necesidades de sus hijos hace que estos pierdan el respeto por ellos y que se replanten todos los valores aprendidos anteriormente. La nostalgia que deja el recordar la autonomía que se tenía en el campo, al contrastar con el hacinamiento de los barrios marginados, suele dejar un sentimiento de rechazo a la realidad que puede frenar seriamente el proceso de adaptación a la nueva vida en la ciudad. Todos estos factores son producto de crisis emocionales ignoradas y mientras existan no se podrá hablar de una integración verdadera a la vida en las ciudades.

La autora cumplió su objetivo de mostrar a los desplazados como victimas de abusos y de acciones que violaron su integridad. Hablando paso a paso de cómo las emociones y percepciones del desplazado iban cambiando conforme enfrentaba nuevos retos en el proceso de desmovilización y de integración a las ciudades, hace que se comprenda verdaderamente el sufrimiento de el desplazado y explica el por que de sus acciones. Además, plantea una situación que va mas allá de lo material, haciendo énfasis en resaltar lo frágil que el estado mental del desplazado y de su familia, lo cual resalta lo dramático de su situación y facilita la comprensión del problema que enfrenta el desplazado.

55 paginas

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